jueves, 30 de agosto de 2012

Desnúdame....

Desnúdame Juega conmigo a ser La perdición Que todo hombre quisiera poseer…. Y hazme sentir tu piel junto a la mía, mientras me susurras palabras de amor en el volcán de mi oido, y solo así seré tuya sin temores ni reservas Mírame fijamente a los ojos y deja que los míos adivinen tus pasiones sin medida, tus sueños eróticos, esos que te hagan llegar al placer de tú cuerpo y tú alma Agárrate fuerte a mi mano mientras surcamos el océano de sensaciones excitantes en que se convierten nuestros encuentros Poséeme como ningún otro me ha poseído y seré para ti la mujer que te llene de abrazos y besos apasionados con los que pierdas el sentido. Recorre mi cuerpo desnudo, surcando la piel que espera cada una de tus caricias, de tus besos apasionados de tus caricias de seda.

lunes, 20 de agosto de 2012

El sueño de una noche de verano

Aquel día amaneció como cualquier otro, era un día caluroso de verano. Irene despertó feliz porque ese día tomaría su coche y se marcharía por fin de vacaciones, las llevaba esperando todo el año, y prometían ser inolvidables. Cogió su maleta y se dispuso a recorrer los kilómetros que la separaban de la playa. Durante el trayecto sonaba la música ochentera que la transportaba a lugares maravillosos donde sólo existía la felicidad. Iba pensando en todos los amigos con los que se reencontraría después de tantos años de ausencia física del lugar donde había pasado los veranos de su niñez, un pueblito pequeño de la costa acogedor, ya que a él no había llegado aún la fiebre del turismo. Cuando al fin llegó a su destino se acomodo en el hotelito que había cercano a la playa, una playa de arena limpia y de olas que susurraban cuando no había temporal, se asomó al balcón y pudo respirar la tranquilidad que flotaba en el ambiente; ese día se lo tomó de relax para acomodarse en su habitación. Al día siguiente comenzó a llamar a sus amigos de la niñez y sólo consiguió encontrar a uno de ellos, el resto habían aprovechado las vacaciones para desplazarse a otros lugares. Javier, había sido uno de sus amores de juventud e Irene se sintió emocionada a la par que nerviosa por reencontrarse con él de nuevo. Hasta ese momento, la verdad, es que no habían salido a solas, e Irene temió que no aceptara su invitación a cenar ya que era un muchacho que siempre andaba ocupado con unas y con otras desde que se había quedado solo de nuevo. Pero él aceptó, de buena gana, la invitación de Irene. Por la tarde, Irene bajo a la piscina del hotel a darse un baño refrescante, su piel morena brillaba bajo sol, sus curvas perfectas se torneaban encima de la hamaca cuando ella giraba para que los rayos del sol acariciaran cada centímetro de su cuerpo. Después del baño de sol subió a su habitación y se dispuso a arreglarse; se sorprendió pensando en Javier de una forma en la que hacía mucho tiempo que no pensaba en ningún hombre, la habían herido tantas veces que ya había dejado de buscar a "su hombre perfecto", y a la par, recordaba conversaciones con él y el grupo de amigos en las que él alardeaba de saber perfectamente cuando una mujer le mandaba señales mostrándole que tenía interés en que él la conquistará, era un rompecorazones... Así que Irene decidió que tampoco se arreglaría mucho, no sea que él se pensara que le estaba buscando, eso era lo último que ella pretendía, aunque en el fondo su corazón empezó a recordarla los sentimientos adolescentes que la habían invadido durante una época pasada. Javier llegó al hotel temprano y la espero en la pequeña barra del bar que este tenía. Cuando Irene bajo, él la estaba esperando con dos copas de vino blanco y después de los saludos de bienvenida oportunos, pasaron al acogedor restaurante del hotel, mientras cenaban comenzaron una conversación que les traslado a tiempos pasados, a tiempos presentes y a deseos futuros. La cena fue muy agradable y después de ella decidieron encaminarse al paseo marítimo a disfrutar de la luna llena que protagonizaba esa noche de verano... Entre risas, confidencias y bromas el tubo un par de gestos románticos con Irene, pero ella lejos de imaginarse nada se limito a aceptarlos con una sonrisa. Sin apenas darse cuenta, sus pasos les llevaron hasta el estudio de Javier y cuando Irene se vio en la puerta del inmueble se sorprendió a si misma aceptando la invitación de él a tomar la penúltima copa, se había prometido a si misma que no se iba a dejar atrapar por el encanto y los ojos de él, esos ojos azules que tanto la encandilaban, por eso cuando subía las escaleras hasta el rellano del último piso su cabeza comenzó a imaginar lo que vendría después y se asusto, la asustaba porque no quería perder la amistad de Javier pero... le deseaba tanto que sabía que caería en sus redes de conquistador sin darse ni cuenta. Una vez dentro del pequeño estudio Javier saco dos copas de cava y sirvió un Moët Chandom, que guardaba para ocasiones especiales según le contó a Irene. Estaban tomando los primeros sorbos cuando él se sentó frente a ella y la tomo las manos, la miró tímidamente a los ojos y la confesó que se moría de ganas de besarla y de acariciarla. En ese momento el corazón de Irene se puso de 0 a 100 en un segundo, él siguió hablando y la dijo que si ella no quería la respetaría porque no quería que aquello estropeara su amistad. Ella sin pensárselo más le dijo que ya eran lo suficientemente adultos para saber distinguir lo uno de lo otro. Entonces él se aproximo a sus labios y la dio el primer beso... A Irene ese beso le supo a "primer beso de amor adolescente" y se entregó sin reservas a las sensaciones que estaban viviendo. El la tomó de la mano y la condujo hasta su cuarto... encendió una pequeña luz, deseo mirarte mientras te hago el amor, la susurro al oído... El comenzó a besarla de nuevo, la susurraba que sus besos sabían a miel, que hacía tiempo que la deseaba, mientras sus labios carnosos bajaban por su cuello repasando cada poro de su piel y empezó a desabrochar la blusa que llevaba, soltaba un botón y besaba tu pecho, soltaba otro y bordeaba el filo de su sostén, ella mientras levantaba su camiseta y con las yemas de sus dedos iba acariciando su vientre, hasta que se despojaron de las prendas superiores. El, desabrocho con destreza cada corchete se su sostén mientras seguía besando su escote, a Irene le encantaba que besaran sus pechos y se dejaba hacer a la vez que acariciaba el borde de su ombligo. Continuaron desnudándose el uno al otro entre besos apasionados y él la tumbo en la cama y comenzó a recorrer su cuerpo con las caricias que ella tanto había imaginado, su piel se erizaba al paso de sus dedos y se torneaba invitándole a besarla más y más. El comenzó a jugar con sus pezones que se endurecieron con cada beso y lamida que él la propiciaba y se dejo llevar hasta el clímax de ese deseo adormecido que rezumaba pasión. Sus cuerpos se fundieron en uno y ella empezó a besarle de arriba abajo, despacio, intentando retener en sus sentidos cada parte del cuerpo de él. Hasta que llegó a su miembro y lo cogió suavemente... lo acerco a su boca y lo empezó a degustar como saborea un niño su helado preferido, el se estremecía entre sus manos y ella seguía lamiendo, chupando, recreándose en ese momento tan intimo entre los dos, hasta que él la pidió que parara porque si no, no iba a aguantar más y deseaba entrar en ella y poseerla sin medida. En ese momento el la abrazó y la beso con pasión y acto seguido la penetró. Irene sintió como Javier entraba en ella despacio, si prisa, meciéndose dentro de ella como hacía mucho nadie se mecía, así continuaron durante largo rato sintiéndose el uno dentro del otro y disfrutando de sus cuerpos desnudos llenos de pasión... Entonces llegó el momento, ese momento en el que se pierde el sentido del espacio y el tiempo y tu cuerpo vibra, se estremece y tiembla con pequeñas sacudidas en brazos del ser amado... Y así continuaron hasta el amanecer, amanecer que les devolvió a la realidad. Ella se encamino a su Hotel a intentar dormir algo, cosa que no consiguió porque su cabeza seguía disfrutando del sueño de una noche de verano...